
José María Soroa
Tras un kilómetro de asfalto salimos de la carretera y caminamos (atención a las señales) por el barrio de Igeldo, donde nos llevaremos una grata sorpresa. Junto a una de las casas (nº 24), encontramos una mesa con un par de sillas y unas botellas de agua. Las ofrece el peregrino José María Soroa. También coloca un sello para la credencial.